Ouça este audiocast e leia o texto em espanhol! Porque no quiere acordarse o porque olvida con facilidad, hablar con Luis García Berlanga del cine
Redação | 16 de Fevereiro de 2019 às 11:00
Porque no quiere acordarse o porque olvida con facilidad, hablar con Luis García Berlanga del cine de Berlanga no es el camino más corto para llegar a la verdad de los hechos, pero sí es el más divertido. “Mi memoria es un desastre”– sostiene. Generalmente, al año de rodar una película ya no me acuerdo de casi nada, y cometo tonterías como confundir una escena de Plácido con otra de El verdugo”.
Dice que los detalles se van perdiendo dentro de “la demolición general que es la vida”, pero recordando el rodaje deLos jueves, milagro, casi cincuenta años después de su realización, se sorprende a veces sacando de la chistera –o de su imaginación– alguna que otra anécdota nueva, que nunca había revelado porque su memoria nunca había aterrizado sobre ella. Quizá hay que buscar la causa en su inevitable propensión a fabular, que al fin y al cabo le ha dado de comer durante medio siglo, pero ya decía John Ford que si la leyenda supera a la realidad, conviene quedarse con la leyenda.
L.G.B.: Siempre recuerdo una graciosa anécdota sobre este señor, que quizá todavía esté vivo, no lo sé. Él me decía: “Hombre, Berlanga, usted se creerá que estoy aquí para obligarle, usted creerá que soy un padre retrógrado y un cura de púlpito. Pues no, aquí donde usted me ve, yo he sido uno de los curas más avanzados y perseguidos por la curia”. Estuvo como veinte minutos diciéndome que él en el fondo era un rebelde y yo me preguntaba por qué y él seguía diciéndome que le habían perseguido.
Parecía muy orgulloso de ello. Hasta que levantó el brazo y dijo que había sido el primer sacerdote español en llevar reloj de pulsera, y que por eso fue castigado. Me quedé estupefacto. No entendí absolutamente nada. Luego, con los años, creo que llegué a comprenderlo, y la razón puede estar, aunque son suposiciones mías, en que al santiguarse y levantar el brazo podía verse el reloj, y eso era signo de ostentación para la Iglesia. Lo cierto es que era un hombre inteligente y tenía muchas ideas.
(Filmoteca El Cultural – Mayo 2005. Carlos Reviriego)
[wp_quiz id=”28612″]
Porque não quer se lembrar ou porque se esquece com facilidade, falar com Luis García Berlanga do cinema de Berlanga não é o caminho mais curto para se chegar à verdade dos fatos, mas é o mais divertido. “Minha memória é um desastre” – argumenta. Geralmente, no ano de rodar um filme não me lembro de quase nada, e faço bobagens como confundir uma cena de Plácido com outra de El verdugo”.
Ele diz que os detalhes vão se perdendo “na demolição geral que é a vida”, porém lembrando a filmagem de Los jueves, milagro, quase cinquenta anos depois de sua realização, se surpreende às vezes tirando da cartola – ou de sua imaginação – uma ou outra anedota nova, que nunca revelara porque sua memória ainda não havia aterrissado sobre ela. Talvez seja preciso buscar a causa em sua inevitável propensão a fabular, que ao fim e ao cabo lhe deu de comer durante meio século, no entanto já dizia John Ford que se a lenda supera a realidade, convém ficar com a lenda.
L.G.B.: Sempre me lembro de uma engraçada anedota sobre este senhor, que talvez ainda esteja vivo, não sei. Ele me dizia: “Bom, Berlanga, você vai pensar que estou aqui para lhe fazer exigências, você vai pensar que sou um padre retrógrado e um padre de púlpito. Mas não, este que você está vendo foi um dos padres mais avançados e perseguidos pela igreja”. Esteve uns vinte minutos me dizendo que no fundo ele era um rebelde e eu me perguntava por quê e ele continuava me dizendo que havia sido perseguido.
Parecia muito orgulhoso disso. Até que levantou o braço e disse que havia sido o primeiro sacerdote espanhol a usar relógio de pulso, e que por isso foi castigado. Fiquei estupefato. Não entendi absolutamente nada. Depois, com os anos, acho que cheguei a compreendê-lo, e a razão pode estar, embora sejam suposições minhas, em que ao fazer o sinal da cruz e levantar o braço podia-se ver o relógio, e isso era sinal de ostentação para a Igreja. A verdade é que era um homem inteligente e tinha muitas ideias.
(Filmoteca El Cultural – maio 2005. Carlos Reviriego)